La persona que no tenga fe en la humanidad es porque no conoce la batalla contra la viruela. El enemigo era mayúsculo. Quizá, el más espantoso de nuestra historia. Corría el siglo XVIII y algo invisible mataba a 400.000 europeos cada año. El asesino no hacía distingos. En una sola centuria, habían caído cinco reyes, víctimas de diarreas salvajes y hemorragias letales. El adversario solo dejaba como rastro un cadáver lleno de úlceras